Lo primero que debemos tener son unas buenas alcachofas y para elegirlas bien tenemos que tener en cuenta que deben estar bien de presencia: color verde y que al cogerlas estén duras y no se las pueda apretar como una pelota de goma.
Para limpiarlas tenemos que tener en cuenta, que se oxidan rápidamente en contacto con el aire, por lo que tenemos que tener preparada la cazuela donde las vamos a cocer o confitar:
✔︎ Si las cocemos en agua, ponemos agua fría, sal, un chorro de aceite de oliva, un puñado pequeño de harina y ½ limón exprimido todo ello bien mezclado con ayuda de una varilla.
✔︎ Si las confitamos en aceite, una cazuela con aceite de girasol.
En el primer caso con ayuda de una puntilla bien afilada quitar las hojas que están por la parte de fuera y dejar un trozo del rabo del tamaño de una uña, (que lo quitaremos después de cocer si las vamos a rellenar), y cortar las puntas de las alcachofas. Rápidamente sumergimos en el agua de cocción para que no se pongan feas. Así de una en una y cuando las hayamos limpiado todas ponemos a cocer durante 15 ó 20 minutos dependiendo del tamaño de la alcachofa.
Dejar que se enfríen en el agua y cuando ya estén frías podemos hacer con ellas lo que queramos: con una cucharilla de café quitarles el centro para después rellenarlas, cortarlas por la mitad para saltearlas…
Si queremos confitarlas en aceite, haremos lo mismo a la hora de limpiarlas, y las partimos por la mitad para sumergirlas en el aceite y poner a fuego suave para que se confiten, pero que no se frían.
¿Cómo las preparas tú? ¿Tienes algún truco?
